Esta práctica cultural tiene un momento estelar en la fiesta patronal dedicada al señor santiago cada 25 de julio y ha dado lugar a un Festival de Nacional de Voladores; para realizarla se monta un elevado tronco de árbol, desde la cúspide de un tronco que alcanza los 30 metros de altura aproximadamente, cinco danzantes se lanzan al vacio acompañados por la música monocorde del tambor y la flauta en simbólica recordacion de los rituales indígernas, mediante los que se solicitaba abundancia de lluvias y cosechas para garantizar el sustento humano.